Una nueva investigación ha revelado que ser víctima de maltrato físico y psicológico en la infancia merma el volumen de sustancia gris del cerebro, comprometiendo el desarrollo cognitivo posterior. Expertos del King’s College de Londres y de la FIDMAG son los artífices del hallazgo, que no hace más que constatar, tras la reciente evidencia de que la pobreza infantil afecta al control emocional, que las adversidades ambientales a las que se enfrenta un niño durantesus cinco primeros años de vida marcan su salud cerebral de por vida.
Atendiendo a la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el maltrato infantil es el abuso ejercido contra un menor de 18 años y que daña su dignidad y salud en cualquiera de sus formas (agresión sexual, desatención, negligencia, explotación comercial…). Según la presente investigación, las personas damnificadas por este tipo de violencia tienen menor volumen de sustancia gris en ciertas regiones cerebrales que se desarrollan durante la adolescencia, y que podrían explicar los déficits cognitivos y emocionales que manifiestan en su madurez. Esta alteración de la anatomía cerebral vendría provocada por la cascada de cambios fisiológicos y neurobiológicos que desencadena el maltrato al actuar como estresor.
Para obtener esta conclusión, el equipo comparó las resonancias magnéticas cerebrales de un total de 600 individuos de diferentes edades, la mitad de ellos supervivientes de maltrato infantil. Los resultados mostraron que quienes poseían un historial de abusos en su niñez tenían un volumen significativamente menor de sustancia gris en varias zonas del cerebro: el giro orbitofrontal y temporal superior derecho que se extendía a la amígdala, la ínsula y los giros parahipocampal y temporal medio, así como en los giros frontal inferior y poscentral izquierdos. Estas zonas del cerebro tienen un desarrollo relativamente tardío, es decir, años después de la situación de maltrato, lo que reafirma la necesidad de un seguimiento continuado, como ya demostraban los estudios sobre bullying.
La conclusión del estudio consolida la idea que los niños con carencias, ya sean materiales o afectivas, tienen más riesgo de sufrir enfermedades crónicas a lo largo de su vida.
Articulo publicado en la revista Muy Interesante
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